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22 septiembre, 2006

Documento 2 Sobre Subdesarrollo

Concepto de subdesarrollo

(Gianfranco Pasquino, En: Bobbio, N y otros, Diccionario de Política, Siglo veintiuno editores, México, 1995).

DEFINICIÓN DE SUBDESARROLLO


El análisis sistemático de las causas del subdesarrollo ha pasado a través de diversas fases o períodos históricos, enriqueciéndose notablemente, pero registrando del mismo modo profundos cambios de esquema en referencia al abordaje concreto del problema. No es por lo tanto posible proponer una definición de subdesarrollo válida en absoluto o que sea aceptable por todos. Es importante, en cambio, tratar de señalar las características de vez en vez asociadas a la situación de subdesarrollo y, siempre que sea posible, señalar las estrategias propuestas para su superación.
Al principio se comienza a hablar de subdesarrollo poniéndolo en estrecha relación con el proceso de incipiente o avanzada modernización, pero se habla de él en dos sentidos muy distintos. Para algunos autores, en particular para aquellos que se adhieren al planteo que hacen de las etapas de desarrollo, más que un útil instrumento heurístico, casi una teoría, el subdesarrollo representa esencialmente la etapa originaria del proceso. La sociedad tradicional es por lo tanto, casi por definición, una sociedad subdesarrollada y sus características constitutivas son identificables ex adverso según un análisis de las sociedades llamadas desarrolladas. Poco a poco se agrega a esta interpretación la tesis que ve en las sociedades subdesarrolladas las sociedades que, aun habiendo iniciado el proceso de desarrollo, no fueron capaces de proseguir el camino, por falta de recursos, de energías o de voluntad. Desde esta perspectiva el subdesarrollo es sinónimo de interrupción del desarrollo. Mientras que en la sociedad tradicional no se han alcanzado todavía –desde el interior o desde el exterior, pero más a menudo desde este último– los estímulos para romper el manto de la tradición en los sectores económico, social, religioso, cultural y político, en las sociedades en las que se ha interrumpido el desarrollo fueron las fuerzas de la tradición las que se impusieron a los estímulos demasiado débiles y vacilantes y los sofocaron, al menos temporalmente.
Si nos adherimos a la tesis del desarrollo como consecuencia de la expansión o de la difusión de algunos estímulos en los sectores más variados de la actividad humana, pero sobre todo en los sectores económicos y sociales (vistos como sectores de arrastre en el interior de las diversas sociedades), el subdesarrollo, tanto en el nivel interno o nacional como en el nivel internacional, puede ser visto como debido a una imperfecta e incompleta difusión de los estímulos que ocasiona así la existencia de zonas todavía no alcanzadas por ellos. El desarrollo se producirá cuando se destruyan las barreras que obstaculizan la difusión de estos estímulos, barreras que a menudo están constituidas por dificultades de comunicación y no sólo por falta de recursos. Esta tesis, respecto de la precedente, se propone explicar el subdesarrollo interno y no sólo las desigualdades en el nivel internacional. A esta tesis, en su aplicación a los diversos casos nacionales, se le confiere el nombre de dualismo.
En su versión más simplificada esta tesis afirma que es dualista la sociedad en la que se manifiesta una considerable diferencia entre el sector industrial y el sector agrícola. Por un lado, el sector agrícola, en su mayoría dedicado a economía de subsistencia, es considerado subdesarrollado en cuanto todavía no ha sido alcanzado por la expansión del sector industrial; por el otro es considerado como un obstáculo objetivo, un freno a esta expansión. Las relaciones entre dos sectores son consideradas, alternativamente, como relaciones de cambio entre economías distintas, pero de las cuales los dos sectores terminan por extraer beneficios limitadísimos, o bien como relaciones de explotación del sector industrial sobre el sector agrícola, contradiciendo así, al menos en parte, el postulado inicial de la escasez de recursos del propio sector agrícola. La contradicción es sólo parcial, porque, si las relaciones entre los dos sectores son establecidas en una perspectiva diacrónica y dinámica, precisamente las relaciones de explotación podrían haber causado la depauperación del sector agrícola (y nada impide que se establezcan relaciones de este tipo aun entre sectores con modos de producción distintos: feudal el sector agrícola y capitalista el sector industrial). En su versión más elaborada, la tesis mencionada sostiene que “el dualismo es el resultado de un complejo de desequilibrios y de diferencias que se refieren a la estructura social de un país en su totalidad (es decir, se tiene dualismo entre sectores económicos, entre áreas geográficas, entre distintos tipos de relaciones sociales y de instituciones políticas)” (Martinelli, 1972).
Por fin, según algunos estudiosos, predominantemente de preparación marxista, el subdesarrollo sería un fenómeno vinculado a la expansión del capitalismo en escala mundial, ya se trate de un subproducto contemporáneo y no inevitable de esta expansión o se trate en cambio de una consecuencia lógica y conectado con ella. En sustancia, como señala el más conocido de estos autores, estamos en presencia del desarrollo capitalista del subdesarrollo (Frank, 1969). Esta tesis, relativamente reciente y por tanto más nueva respecto de las otras, tiene como punto de partida una reinterpretación del imperialismo y apunta a vincular orgánicamente imperialismo, capitalismo y subdesarrollo.

II. CAUSAS DEL SUBDESARROLLO

Obviamente, según las tesis a la que nos adhiramos, se señalan distintas causas del subdesarrollo. A veces puede tratarse solamente de diferentes acentuaciones, otras en cambio estamos frente a contraposiciones científicas y políticas irreconciliables. Es útil notar, antes que nada, que la tesis del subdesarrollo como estadio originario ha sido refutada diversamente, pero de modo decisivo, por historiadores y por economistas, que acabaron por abandonar en la mayoría de los casos el mismo concepto de sociedad subdesarrollada o economía subdesarrollada recurriendo en cambio al concepto de atraso (Gerschenkron,1965).
En segundo lugar, una primera confirmación de las hipótesis referentes a un vínculo, estrecho y condicionante entre capitalismo y subdesarrollo ha provenido de los procesos de colonización, descolonización y neocolonialismo. Además del ejemplo dado por Marx de la destrucción de la industria textil en India por obra de los ingleses, ejemplo citado a menudo y muy especialmente, están las condiciones deplorables en que las colonias de los países europeos –ya fuera la madre patria Gran Bretaña, Francia, España, Portugal, Bélgica o Italia– eran dejadas en el momento de la independencia, prescindiendo del periodo histórico particular en que los países coloniales accedían a ella. Precisamente la consideración de estas condiciones y de las profundas dificultades sucesivas en que todos estos países, con poquísimas excepciones, acabaron por encontrarse, hacían derrumbar míseramente la teoría del desarrollo como producto de los impulsos, de los desafíos, provenientes desde el exterior, y hacían ver claramente en cambio los condicionamientos evidentes u ocultos a que estaban sometidas estas sociedades (en contraposición a sociedades de desarrollo independiente, con Japón que surge como caso paradigmático). El neocolonialismo acababa por ser considerado, justamente, sólo como una species del genus dominación capitalista a nivel mundial y la investigación de las causas del subdesarrollo era dirigida hacia la identificación de las modalidades de apropiación-expropiación del excedente a nivel mundial, con la afirmación de la tesis del capital monopolista (Baran y Sweezy, 1968).
Sin embargo, también esta tesis requiere una serie de ulteriores elaboraciones y especificaciones. Antes que nada, haciendo del s. esencialmente una relación entre países, termina por identificar la metrópoli con los países capitalistas desarrollados y los satélites con los países subdesarrollados, impidiéndose ulteriores distinciones fecundas entre los países capitalistas y en el interior de cada país capitalista, además de aquellas entre los países subdesarrollados y en el interior de ellos. En segundo lugar, no logra comprender, sin considerarlos por otra parte explícitamente, las condiciones y los cambios de la estratificación social, en particular en los países subdesarrollados, provocados por la relación de dominio. Se impide así, además, la profundización de un tema particularmente interesante, ya tocado por Marx, como el de la formación de verdaderas aristocracias del trabajo (Arrighi, 1969), terminando del mismo modo por privilegiar al sistema colonial respecto de la estructura de clases y de las relaciones entre propietarios de los medios de producción y productores, que constituían para Marx “la base oculta de toda la estructura social” (Córdova, 1972). En tercer lugar, resulta imposible el análisis de las contradicciones entre clases dominantes y clases explotadas en los países centrales y clases dominantes y clases explotadas en los países periféricos. Este análisis podría conducir a detectar las condiciones y las posibilidades de alianza entre las clases explotadas en los diversos países capitalistas, desarrollados y subdesarrollados.
Pero el peligro más grave de un uso analítico no consciente de la tesis que hace del s. la consecuencia necesaria de la expansión capitalista en el nivel mundial, más allá de una serie no insignificante de problemas históricos-cronológicos concretos, metodológicos y teóricos, relativos por un lado al desarrollo del capitalismo y por el otro a la distinción entre relaciones de intercambio y modo de producción, se da en la tendencia a no profundizar el análisis de la estructura de clases y de la organización del poder en los países periféricos. El justificado trastocamiento de las interpretaciones tradicionales que buscaban en los factores endógenos las causas del s. no debe hacer descuidar completamente el análisis histórico y sociopolítico de los modelos de organización de las diversas sociedades, análisis que puede ser iluminador (Furtado, 1969). En efecto, también la tesis de Frank reconoce un mínimo de autonomía a las clases dominantes en los países subdesarrollados, cuando los vínculos con los países centrales se aflojan, como históricamente ha sucedido en ocasión de las dos guerras mundiales y de la gran depresión, es decir cuando, al menos teóricamente, las posibilidades de elecciones “nacionalistas” eran posibles. Sin embargo, aun esta observación crítica parece insuficiente respecto de los nuevos desarrollos teóricos para el estudio del s. Por un lado, en efecto, es cada vez más remarcada la gran autonomía de las empresas transnacionales, a menudo capaces de dictar la política exterior de los países capitalistas centrales y de los periféricos. Por el otro se destaca que el no indiferente “desarrollo” (sería mejor quizá hablar en la mayoría de los casos de “crecimiento” cuantitativo sin cambios estructurales) que se produce aun en los países periféricos tiene un precio y algunas consecuencias precisas, aunque no todas completamente acertadas, para el futuro de estos países.

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