Alianza para el Progreso
Alianza para el Progreso (1961-1970)
A finales de la II Guerra mundial, Iberoamérica se encontraba ante una situación favorable: expansión de la demanda mundial de productos básicos y nivel de precios satisfactorio para los mismos. A partir de 1955, sin embargo, estas condiciones cambiaron y los precios de los productos primarios empezaron a bajar, lo cual provocó un empeoramiento de las relaciones de intercambio entre Iberoamérica y el resto del mundo. En marzo de 1961 el presidente Kennedy hizo pública la intención del Gobierno de EE.UU. de cooperar con Iberoamérica para activar su desarrollo económico y social. La iniciativa recibió el apoyo de los Gobiernos de los países Iberoamericanos y en agosto los miembros de la OEA firmaron la Carta de Punta del Este.
La Carta de Punta del Este, mediante la cual nacía la Alianza es un acuerdo colectivo entre pueblos americanos que establece un compromiso recíproco: los Estados Unidos asumen la responsabilidad de financiar un programa de ayuda exterior de 20.000 millones de dólares en una década y como contrapartida los Gobiernos beneficiarios aceptan la obligación de realizar reformas estructurales interiores para que esta financiación sirva de efectivo impulso transformador, y se comprometen a elevar a los organismos financiadores planes nacionales de desarrollo que garanticen el empleo racional de los fondos. Los fines que se perseguían y que figuran en la Carta de Punta del Este eran muy ambiciosos y pueden resumirse así: aumento sostenido de la renta por habitante no inferior al 2,5% anual; distribución más equitativa de la renta; diversificación equilibrada y estable de las estructuras económicas nacionales; reforma de la enseñanza; estabilidad de precios; reforzamiento de los acuerdos de integración económica (ALALC y Mercado Común Centroamericano); impulso de las exportaciones y defensa de su relación real de intercambio. El Consejo Económico y Social Interamericano (CESI), fue encargado de examinar anualmente el progreso económico y social y de orientar el desarrollo del programa de la Alianza.
En 1962 la sufrió un duro golpe debido a que el órgano legislativo norteamericano redujo en un 40% la ayuda prometida por el presidente Kennedy. En la reunión celebrada en México ese año se encargó a los ex presidentes Lleras Camargo y Kubitscheck un estudio sobre la reestructuración de la Alianza para el progreso.
La conferencia celebrada en Sáo Paulo, en 1963, tuvo como tema central la multilateralización de la Alianza. Para lograr ésta se consideró necesario crear un organismo central dotado de los poderes suficientes y de los órganos ejecutivos indispensables para representar a la Alianza y dar a su programa el impulso y dinamismo necesarios. Así el CESI decidió, en noviembre de 1963, crear el Comité Interamericano de la A. (CIAP). Este nuevo organismo permanente representa a la Alianza de forma multilateral y coordina su actuación conforme a las disposiciones de la Carta de Punta del Este; su actuación inmediata supone la ejecución de las acciones que le sea A confiadas por la OEA y el CESI.
Esto significa que las funciones del CIAP son amplias, recomendándosele, en general, examinar los problemas relativos a la Alianza y proponer soluciones, o bien resolverlos si entra dentro del campo de su competencia. La CIAP controla el progreso de los planes regionales de integración; resuelve los problemas de estimación, de financiación y marcha de los planes regionales y nacionales; prepara y presenta, en fin, propuestas anuales sobre el volumen de recursos internos a utilizar por cada país.
Fuente: Enciclopedia GER.
A finales de la II Guerra mundial, Iberoamérica se encontraba ante una situación favorable: expansión de la demanda mundial de productos básicos y nivel de precios satisfactorio para los mismos. A partir de 1955, sin embargo, estas condiciones cambiaron y los precios de los productos primarios empezaron a bajar, lo cual provocó un empeoramiento de las relaciones de intercambio entre Iberoamérica y el resto del mundo. En marzo de 1961 el presidente Kennedy hizo pública la intención del Gobierno de EE.UU. de cooperar con Iberoamérica para activar su desarrollo económico y social. La iniciativa recibió el apoyo de los Gobiernos de los países Iberoamericanos y en agosto los miembros de la OEA firmaron la Carta de Punta del Este.
La Carta de Punta del Este, mediante la cual nacía la Alianza es un acuerdo colectivo entre pueblos americanos que establece un compromiso recíproco: los Estados Unidos asumen la responsabilidad de financiar un programa de ayuda exterior de 20.000 millones de dólares en una década y como contrapartida los Gobiernos beneficiarios aceptan la obligación de realizar reformas estructurales interiores para que esta financiación sirva de efectivo impulso transformador, y se comprometen a elevar a los organismos financiadores planes nacionales de desarrollo que garanticen el empleo racional de los fondos. Los fines que se perseguían y que figuran en la Carta de Punta del Este eran muy ambiciosos y pueden resumirse así: aumento sostenido de la renta por habitante no inferior al 2,5% anual; distribución más equitativa de la renta; diversificación equilibrada y estable de las estructuras económicas nacionales; reforma de la enseñanza; estabilidad de precios; reforzamiento de los acuerdos de integración económica (ALALC y Mercado Común Centroamericano); impulso de las exportaciones y defensa de su relación real de intercambio. El Consejo Económico y Social Interamericano (CESI), fue encargado de examinar anualmente el progreso económico y social y de orientar el desarrollo del programa de la Alianza.
En 1962 la sufrió un duro golpe debido a que el órgano legislativo norteamericano redujo en un 40% la ayuda prometida por el presidente Kennedy. En la reunión celebrada en México ese año se encargó a los ex presidentes Lleras Camargo y Kubitscheck un estudio sobre la reestructuración de la Alianza para el progreso.
La conferencia celebrada en Sáo Paulo, en 1963, tuvo como tema central la multilateralización de la Alianza. Para lograr ésta se consideró necesario crear un organismo central dotado de los poderes suficientes y de los órganos ejecutivos indispensables para representar a la Alianza y dar a su programa el impulso y dinamismo necesarios. Así el CESI decidió, en noviembre de 1963, crear el Comité Interamericano de la A. (CIAP). Este nuevo organismo permanente representa a la Alianza de forma multilateral y coordina su actuación conforme a las disposiciones de la Carta de Punta del Este; su actuación inmediata supone la ejecución de las acciones que le sea A confiadas por la OEA y el CESI.
Esto significa que las funciones del CIAP son amplias, recomendándosele, en general, examinar los problemas relativos a la Alianza y proponer soluciones, o bien resolverlos si entra dentro del campo de su competencia. La CIAP controla el progreso de los planes regionales de integración; resuelve los problemas de estimación, de financiación y marcha de los planes regionales y nacionales; prepara y presenta, en fin, propuestas anuales sobre el volumen de recursos internos a utilizar por cada país.
Fuente: Enciclopedia GER.