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17 octubre, 2006

CHIAPAS



Desde hace once años, una guerrilla indígena liderada por el subcomandante Marcos lucha por ver reconocidos los derechos de los campesinos de este empobrecido estado mexicano.
En Enero de 1994 el Ejército de Liberación Nacional lideró una rebelión en el empobrecido estado mexicano de Chiapas. Aquel alzamiento acaparó las portadas de los diarios de casi todo el mundo. La guerrilla se había propuesto combatir la explotación indígena, en su opinión, vigente desde la llegada de los españoles a México a principios del siglo XVI. En reaildad los inicios de abusos no fueron exactamente así. Los nuevos pobladores permitieron a los indios seguir gobernados por sus propios jefes y disfrutar de cierta autonomía, y les garantizaron un marco legal en el que defender sus derechos.
La Situación dió un giro con la independencia de México en 1821. Los sucesivos gobiernos no reconocieron la existencia de los indígenas; simplemente les consideraron mexicanos. La legislación protectora, por lo tanto, desapareció. Las políticas gunernamentales de principios del siglo XX impusieron en la sociedad de Chiapas cambios que les resultarían desfavorables. Las tierras que antiguamente habían pertenecido a un propietario colectivo- la comunidad indígena - se vendieron a particulares. Privados de sus medios de subsistencia, numerosos campesinos se convirtieron en peones de los nuevos latifundios o pasaron al servicio de grandes empresas extranjeras, dedicadas a la explotación de las riquezas agrícolas, fundamentalmente caña de azucar, cacao y café.
El triunfo de la Revolución Mexicana en los años veinte supuso un tímido avance en los derechos indígenas. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se asentó en el poder. Entre los años 1934 y 1940 los gobiernos del PRI implementaron una reforma agraria en la que le repatieron e los campesinos los llamados ejidos, lotes de tierra que podían explotares en calidad de usufructo, no de propiedad absoluta. Ello redujo la dependencia campesina respecto de las grandes fincas. Pero esta y otras medidas se adopatron con cuentagotas. En un contexto marcado por la crisis ( rebelión de Cedillo) el gobierno buscaba, ante todo, asegurar la estabilidad interna.
En los años sucesivos no se hizo nada por paliar la marginación indígena. Los indios sufrieron su propio apartheid. En la localidad de San Cristóbal de las Casas, por ejemplo, debían ceder a los blancos el paso por las aceras. También se daban casos de patrones que azotaban a los acasillados, trabajadores que vivían en las fincas de sus amos y que debían gastar su remuneración - en forma de vales - en los establecimientos de éstos.
Muchos acasillados perdieron su empleo en la década de los cincuenta, cuando los patrones avandonaron la agricultura en favor de la ganadería, animados por los incentivos económicos de la administración. Los desempleados se establecieron en la selva Lacandona, en el estado de Chiapas. Desde entonces esta región experimentó un fuerte incremento demográfico. De 36 mil habitantes en 1950 en treinta años eran 200 mil.
A partir de la década de los setentas la situación empeoró, cuando por un decreto gubernamental se concedieron más de 600.000 hectáreas a tan sólo 66 familias de la región,todas ellas de supuestos antepasados Mayas. La Versión oficial decía reparar así las injusticias sufridas por este pueblo. En realidad, tras esta decisión se escondían oscuros intereses forestales, ya que los nuevos propietarios no tardaron en permitir la explotación de maderas tropicales en condiciones muy ventajosas.
Cerca de cuatro mil familias indígenas de la zona, ya establecidas en los terrenos , sae vieron perjudicadas por una medida que les impedía convertirse en propietarios. La compañia forestal Lacandona no tardó en expulsarlas de sus hogares. Marcharon a la selva, donde los procesos migratorios producían una intensa deforestación, hasta el punto de reducir a menos de la mitad la extensión primitiva.
Veinte años después, tras la reforma Constitucional impulzada por el Presidente Carlos Salinas de Gortari se les prohibió a los indígenas la posibilidad legal de obtener tierras y se legalizó la compra de ejidos, hasta entonces sólo tenidos en usufructo. Esto abría el camino a que surgiera nuevamente el latifundio cómo forma de propiedad, lo que produciría la desaparición paulatina de las comunidades indígenas.
Estás medidas provocaron que el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, que había sido fundado en 1983, comenzó a experimentar un alza en la adhesión popular. Sus filas que contaban con unas cuantas docenas de efectivos pasaron a ser unos cuantos miles con el ingreso de campesinos; eso sí mal equipados.Las necesidades y las injusticias provocaron que le declararan la guerra al gobierno.
En esta guerra contaron con la adhesión de sectores progresistas del catolicísmo, vinculados a la corriente de la Teología de la Liberación.

Los studia humanitatis

Los studia humanitatis (de las Epistole de Bruni)

(En: Eugenio Garin, El Renacimiento italiano, Ariel, Madrid).


“Que sea doble tu estudio: dirigido, en primer lugar, a conseguir en las letras no el conocimiento común y vulgar, sino un saber diligente e íntimo en el cual quiero que te muestres excelente; en segundo lugar, a obtener la ciencia de aquellas cosas que se refieren a la vida y a las costumbres; estudios éstos que se llaman de humanidad porque perfeccionan y adornan al hombre. Que en esos estudios tu saber sea variado y múltiple, y sacado de todas partes, de modo que no dejes de lado nada que pueda parecer contribuir a la formación, a la dignidad, a la alabanza de la vida. Creo que te conviene leer aquellos autores, como Cicerón y similares, que pueden ser de ayuda no sólo por su doctrina, sino también por la claridad de su discurso y por su habilidad literaria. Si quieres prestarme oído, de Aristóteles aprenderás los fundamentos de esas doctrinas, pero buscarás en Cicerón la elegancia y la abundancia del decir y todas las riquezas de los vocablos, y, por decirlo así, la destreza en el discurrir de aquellos argumentos.

Quisiera en realidad que un hombre eminente tuviera un rico conocimiento, y también que supiese ilustrar y embellecer en el discurso las cosas que sabe. Pero nada de esto sabrá hacer quien no haya leído mucho, aprendido mucho, sacándolo de todas partes. De modo que no deberás ser adoctrinado solamente por los filósofos, por más fundamental que sea ese estudio, sino que también debes formarte con los poetas, con los oradores, con los historiadores, de manera que tu discurso sea variado, rico y de ninguna manera rústico (...) Si, como así lo espero, alcanzas ese grado de excelencia, ¿qué riquezas podrán compararse con los resultados de esos estudios? Por más que, en efecto, el estudio del derecho civil sea más provechoso en el comercio, ese estudio es superado, por su dignidad y aprovechamiento, por las letras. Las letras tienden en realidad a formar al hombre bueno, del que nada puede pensarse que sea más útil; el derecho civil, en cambio, no contribuye en nada a hacer bueno al hombre (...). Pues el hombre honesto respetará los legados y cumplirá la voluntad del testador aunque el testamento no haya tenido siete testigos, aunque disponga lo contrario el derecho civil. Además de eso, la bondad y la virtud son inmutables, mientras que el derecho varía según los lugares y según los tiempos, de tal suerte que con frecuencia lo que es legítimo en Florencia, en Ferrara es una falta”.



(Leonardo Bruni, Epist., lib. VI, ed. Mehus, vol. II, Florencia, 1741, pp. 49-50).
L.B. Alberti elogia a las letras

(En: Eugenio Garin, El Renacimiento italiano, Ariel, Madrid).



“Y vosotros, jóvenes, en lo que hacéis, ocupaos mucho en los estudios de las letras; sed perseverantes, complázcaos conocer las cosas pasadas y dignas de memoria, alégreos comprender los buenos y utilísimos recuerdos, gustad de alimentar el ingenio con sentencias elegantes, gústeos adornar vuestra alma con esplendidísimos hábitos, buscad en las costumbres civiles abundar en maravillosas gentilezas, aplicaos en conocer las cosas humanas y divinas, las cuales con toda razón les están encomendadas a las letras. No hay conjunción de voces y de cantos que sea tan suave y tan consonante que pueda llegar a igualarse con la galanura y la elegancia de un verso de Homero, de Virgilio o de cualquiera de los demás poetas (óptimos). No hay lugar que sea tan deleitoso ni tan florido como amena y grata es la palabra de Demóstenes, o de Tulio, o de Livio, o de Jenofonte, o de los demás gratos y en todas sus partes perfectísimos oradores. No hay ninguna labor que sea tan productiva, si es que acaso hay que llamar labor, y no diversión y recreo del ánimo y del intelecto, a la de leer y volver a ver muchas buenas cosas, pues sales de ahí abundante en ejemplos, copioso en sentencias, rico de persuasiones, fuerte y lleno de argumentos y razones; te haces escuchar, y eres oído de buena gana por los ciudadanos, que te miran, te elogian, te aman. No me voy a extender, pues sería muy largo detallar en qué medida las letras sean, no digo ya útiles, sino necesarias para quien rige y gobierna sobre las cosas; tampoco describo de qué manera son un ornamento para la república (...). Si hemos de considerar las cosas que convienen mucho con la gentileza, ya sea como ornamento de la vida de los hombres, ya sea como aquello que proporciona gran utilidad a las familias, cierto es que las letras son aquellas sin las cuales no se puede considerar que nadie tenga una vida feliz, y sin las cuales no se puede concebir que ninguna familia sea cabal y firme”.